Aprovechamiento del Agua en los Monegros

El aprovechamiento del agua en Los Monegros. Joaquín Ruiz Gaspar Ingeniero Técnico Forestal y Monegrino

En los territorios donde las precipitaciones son escasas, los lugareños han adquirido la costumbre de observar el cielo, de buscar alguna evidencia, por mínima que sea, de la necesaria y esperada lluvia. En vano, dicha acción suele repetirse reiteradamente ante un claro cielo azul y bajo un majestuoso e imponente sol que domina en los rabiosos parajes del secano monegrino, muy especialmente en los secos y duros meses veraniegos. La lluvia ha de asegurar la vida y la supervivencia, el agua es esencial para la naturaleza, el consumo humano, el ganado y para atender las exigencias de los cultivos.

En Los Monegros la falta de agua siempre ha sido una constante. Tierra donde, en palabras del etnógrafo altoaragonés Manuel Benito Moliner, las adobas se hacían con vino pues, en tiempos pasados, llegó a ser más abundante que el agua. Los Monegros es un lugar árido y seco, donde sus gentes se han ido adaptando, formando parte de la constante carencia de agua. José Bada lo describe inmejorablemente en “Una cultura del agua en Los Monegros”, narrando la esencia de las gentes de Los Monegros, principalmente en el histórico lugar monegrino, pero no oficial, de Candasnos. José Bada relata como las gentes de monegros han aprendido a captar los indicios de la lluvia en la observación de la naturaleza, en la simbiosis con el medio natural que el ser humano ha logrado alcanzar para sobrevivir en tal agreste territorio. Antes de que llueva se aprecian cambios en el comportamiento de las aves, se observa como algunas hojas se van arrugando y los sembrados “marcan agua” cuando el trigo y el ordio se ponen de verde negroso. Las manchas de salitre que aparecen en el terreno también marcan agua. Los perros, especialmente los pastores, en los días previos a la lluvia se echan en los lugares más recogidos, al igual que las ovejas. Las gallinas, unos días antes de llover, se revuelcan por el corral.

En la sierra de Alcubierre encontramos una gran masa forestal atrapada entre los secanos de Los Monegros. Por la sierra no discurre ningún cauce fluvial, las precipitaciones son escasas y cuando se producen el agua discurre por la superficie del terreno, drenándose por escorrentía por una densa red de  barrancos que se distribuyen por toda la sierra. Uno de los principales barrancos es el de San Caprasio, en el encontramos un manantial que emana asombrosamente entre las calizas y las margas de la pared del barranco. Supuestamente, las aguas se han filtrado en algún lugar de la sierra y singularmente brotan de forma humilde en el manantial, incluso podemos observar la fuente con agua en los más extremos estíos. En el mismo barranco se localiza el pozo “Pablico”, uno de los pocos pozos que podemos encontrar en la parte oscense de la sierra y que muy raramente presenta agua.

Los principales barrancos de la sierra son amplios y marcan unos cauces de dimensiones relativamente grandes para las precipitaciones habituales, el tamaño manifiesta la gran capacidad de agua que en un determinado momento pueden llegar a recoger. En este sentido es reseñable la noticia acontecida un  2 de agosto en 1857, en el que se descargó una gran tempestad en las inmediaciones de la localidad de Alcubierre. La noticia aparece reflejada en los medios de la época, informando que tomó una gran crecida el barranco que pasa por medio del pueblo de Alcubierre,  que invadió las casas dejando a las personas atrapadas en ellas con el agua hasta las cinturas, falleciendo una persona ahogada y varias cabezas de ganado. Muy excepcionalmente se producen precipitaciones abundantes en poco tiempo, lluvias intensas que producen diversos daños en caminos, campos, cultivos, taludes… En algunos campos abandonados los viejos muros empedrados, que separan los bancales, se encuentran derrumbados por la acción arrolladora del agua. El efecto es favorecido por el abandono y la falta de conservación de los muros de piedra. Unos muros que, por ser una construcción tradicional, revaloriza estéticamente el paisaje y el patrimonio de la sierra de Alcubierre. Al desaparecer la función de los muros se ha ido produciendo el lavado y la erosión de los suelos del cultivo tradicional de secano, que aprovechaba mejor la falta de agua y aumentaba la superficie cultivable en terrenos de laderas.

En la sierra monegrina el aprovechamiento de las lluvias se ha basado en captar las aguas de escorrentía. Las balsas presentan unos regueros u agüeros de recepción de las aguas que se escurren por los barrancos, los canales encauzan el agua hacia las balsas pasando previamente sobre un escalón o recipiente de decantación de sedimentos que evita la pronta colmatación de las balsas. Periódicamente las balsas deben de ser limpiadas y, en palabras del pastor y amigo alcoberreño Gonzalo, los sedimentos acumulados (la arguila) deben ser retirados con cuidado, sin llegar a arañar el suelo del baso de la balsa, para no producir daño en la capa que la hace impermeable. Ante una de las balsas al pie de la sierra, el extraordinario fotógrafo leciñenense, quien espléndidamente captura la maravillosa belleza del paisaje monegrino, Fernando Gonzalez Seral, me explica que es el ganado, cuando acude a la balsa a abrevar, quien apisona con sus pisadas el suelo fortaleciendo la impermeabilidad de las balsas. Fernando es un gran conocedor del territorio, un buen amigo y compañero de excursiones por Los Monegros,  quien me descubre, al lado de una balsa, un viejo horno tejar mientras me va relatando como antiguamente fabricaban las tejas. El “buro” u “arguila” se usaba en muchos lugares para la realización de tejas y no es extraño encontrar un tejar cerca de algunas balsas, el tamaño de las tejas correspondía a la forma y tamaño del muslo de la pierna de quien hacía las tejas. Otro beneficio que se obtenía era la capa de hielo que, con las fuertes heladas de invierno, se formaba en las balsas. Era la manera de abastecerse de hielo, que era recogido y almacenado en los antiguos neveros para su futuro uso en verano.

Existen las balsas grandes y abiertas para el ganado, pero también por la sierra encontramos abundantes “balsetas” y “balsetes” de agua para consumo humano. Son pequeñas y de forma circular, las paredes están recubiertas de piedra y se acceden a ellas por unas escalinatas de piedra, formando un pasillo estrecho que impide el paso a los animales. Por su forma se asemejan a las caleras, hornos de cal. Hoy en día se encuentran abandonadas, su falta de mantenimiento hace que no capten adecuadamente el agua y su capacidad de almacenaje ha quedado muy reducida, algunas se van quedando escondidas, apoderadas por la vegetación. Las balsas presentan una gran riqueza biológica, vegetación heliofísica, anfífitos y limnófitos, con plancton y bentos. También hay crustáceos, gran diversidad de insectos y anfibios. Pero existen estudios del extraordinario naturalista monegrino Javier Blasco Zumeta, sobre que las balsas de abastecimiento humano han constituido una trampa  mortal para los anfibios, sapos, lagartos y culebras de escalera que acuden a reproducirse y no pueden salir, incluso se ha constatado que algunas aves se han quedado atrapadas. La solución es la adecuación de las balsas con rampas que posibiliten su acceso y salida. En una sierra de tan extrema sequedad y ausencia de agua, una buena preservación de las balsas y balsetes repercutiría notablemente en una mayor presencia de puntos de agua para la fauna, muy significativamente especial para la gran diversidad de fauna ornitológica muy presente en la sierra, además de anfibios y mamíferos.

Otras construcciones destacables para el aprovechamiento de agua son “la fuente madre de Castejón de monegros”, la “fuente del milagro” del monasterio del Cartujo de Monegros  y el “azud de Bastarás”, una gran obra hoy en desuso, que retenía el agua de escorrentía que en días de lluvias se recogía en el barranco de Val Zaragoza y la desviaba hacia tierras de cultivo.

Una sierra tan seca sorprendentemente desafía al extremo rigor climático que se impone en la estepa aragonesa. El aprovechamiento del agua durante siglos ha respondido a las diferentes necesidades hídricas, pero en los últimos años el abandono ha ido dejando inservible la amplia y diversa infraestructura hidráulica. Los tiempos nos hacen afrontar nuevos retos y la gestión forestal ha de encaminarse en la recuperación de los antiguos puntos de agua, vitales para la vida faunística en la sierra de Alcubierre, que además ha de continuar posibilitando un uso ganadero y una correcta gestión cinegética. Además, la gran escasez del agua hace necesaria una adecuada infraestructura de puntos de agua, estratégicamente ubicados, enmarcados en planes de gestión para la prevención y extinción de incendios forestales, que permitan el abastecimiento a helicópteros y autobombas en caso de incendio forestal. La sierra de Alcubierre es un maravilloso entorno natural en un territorio que, por su aridez, llega a ser considerado desértico. Con un alto valor medioambiental, ecológico, cultural y patrimonial, los elevados montes monegrinos son un pulmón en la depresión del valle del Ebro, un vergel en Los Monegros, un paraje desconocido capaz de sorprender y maravillar.

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4 Comments

on “Aprovechamiento del Agua en los Monegros
4 Comments on “Aprovechamiento del Agua en los Monegros
  1. Estupenda entrada!!!! En relación a los puntos de agua, este año en Monegros en Perdiguera se ha realizado una gestión en una antigua “charca” a la cual con la ayuda del grupo AVAFES-Zaragoza (veterinarios), han impermeabilizado dicho punto de agua y ha mantenido este bien tan preciado durante casi todo el verano!!!

    Un saludico
    Ricardo

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